Proyectos de Investigación de la línea
LA VIRTUALIDAD EN EL CONTEXTO CULTURAL
RESPONSABLE: Dr. David Colombo
INTRODUCCION
Los usuarios virtuales deben aprender a obtener información de acuerdo con sus necesidades y el momento histórico-cultural que viven. El reto es garantizar que la información producto de la innovación, creatividad, imaginación e interactividad pase a ser de uso común en la sociedad con el fin de desarrollar todas las potencialidades individuales y colectivas, para de esta forma, enfrentar en la vida diaria la incertidumbre, la novedad, una de ellas: la virtualidad.
Lo cultural amerita ser reflexionado a partir de un nuevo modo de pensar la virtualidad. Entender e interpretar lo cultural, como elemento que conforma la racionalidad epocal, requiere tener presente sus diferentes concepciones para contrastarlas con la virtualidad más allá de su aspecto instrumental. Esto conlleva a plantear una sinopsis de la virtualidad, su problemática, guiada por la concepción arquelógica-genealógica, para luego analizar críticamente los elementos componentes que le dan vigencia a ésta como una expresión de la realidad socio-cultural.
Por ejemplo, la transmisión clásica del saber estuvo orientada por un telos: la paideia; la moderna fue guiada por la concepción mecanicista newtoniana, donde la vida estaba determinada por la building (formación); y la contemporánea, tiene como elemento catalizador el proceso tecnológico. La virtualidad más allá de una concepción instrumentalista o tecnológica facilita un giro a la transmisión de lo cultural, potenciada por la interactividad que hoy atraviesa el tejido social en su conjunto.
La virtualidad, en su carácter no instrumental, implica el surgimiento de un nuevo modo de pensar debido a que es un elemento que trastoca la cotidianidad. Así, la virtualidad se ha convertido en el acontecimiento novedoso que incide en el modo de relacionarnos o comunicarnos. Ello conlleva a plantearnos otra problemática: ¿qué somos hoy?, ¿qué nos pasa?, ¿qué acontece? y ¿hacia dónde vamos? En otras palabras, la virtualidad está constituyendo una racionalidad epocal o forma de entender, interpretar y comprender la cotidianidad, lo cual implica pensar desde la heterogeneidad y diversidad cultural hasta la complejidad del tejido social.
El impacto que genera la virtualidad en la transmisión cultural puede ser incrementado por los procedimientos y protocolos acordes con las necesidades de eficiencia en la transmisión de la información. En este contexto, las personas inmersas en la virtualidad tienen la opción de formarse integralmente para utilizar los medios telemáticos y sus respectivos lenguajes eficientemente y, así poder maximizar sus competencias como sujetos críticos, imaginativos y creativos.
El modo como incide ese acontecimiento (la virtualidad) en la manera de actuar y pensar del individuo se caracteriza por la existencia de distintos soportes a través de los cuales se producen, circulan y consumen los saberes. Esto amerita de un/otro discurso para explicar cómo aquel es un elemento de la realidad socio-cultural. Los nuevos soportes para la transmisión del saber e innovantes canales que inducen a nuevas subjetividades y distintas formas de pensar conjuntan elementos que generan una crisis de pensamiento en la episteme contemporánea. En consecuencia, es necesario redimensionar el discurso de lo cultural desde la virtualidad, razón por la cual se hace ineludible la construcción de nuevos elementos componentes.
ARQUEOLOGIA-GENEALOGIA DE LA VIRTUALIDAD
Un estudio arqueológico-genealógico[1] de la virtualidad entiende por arqueología lo dicho, y por genealogía refiere a la manera de decirlo, vale decir, cómo se dice e interpreta un acontecimiento determinado, en nuestro caso: la virtualidad en el contexto cultural.
La emergencia de eventos o acontecimientos incide en la manera de pensar. Al efecto, nuestra opción arqueológica-genealógica, desde la perspectiva abstracta de la virtualidad, implica cómo está incidiendo en el modo de pensar: “el pensamiento del afuera o la novedad”[2]; entendiéndose por ello, la manera distinta en se relacionan las personas, lo cual tiene como característica la utilización de un nuevo soporte, cuya opción digital (inherente a una tecnología) la convierte en un hecho fundamental: la manera usual como se establece la comunicación con el otro. Por ejemplo, la TV permite ver lo que está sucediendo en otro lugar, siendo al principio un acontecimiento extraordinario que forma parte de la realidad, es decir, una novedad que luego se hace cotidiana. En este contexto, el análisis arqueológico-genealógico expresa ese momento: la manera como evoluciona esa novedad.
Dado lo anterior, la perspectiva arqueológica-genealógica se circunscribe a un conjunto de enunciados que intentan describir formaciones discursivas; por ello, podemos decir que el objeto de lo arqueológico-genealógico son las prácticas discursivas[3] y las racionalidades de una época. En nuestro caso, una historia “global” de la virtualidad, rompe con los principios de continuidad, cronología y de relaciones homogéneas para ser expresión de una historia de la discontinuidad[4]. La idea es que la virtualidad en el contexto cultural pueda describir las relaciones entre las diferentes series de fenómenos, los sistemas que construye y sus transformaciones. Por ello, una investigación arqueológica-genealógica de la virtualidad en el contexto cultural tiene un sentido: describir las condiciones para la emergencia de distintos acontecimientos en un espacio que denominaremos espacio socio-cultural-virtual. Entonces, son las prácticas discursivas desde donde podemos abordar la problemática del impacto de la virtualidad o lo novedoso sobre la cotidianidad del hombre en general.
Foucault (1980) en su libro Microfísica del Poder, propone una manera diferente de pensar el discurso histórico, va más allá del establecimiento de una línea argumental donde se describen grandes acontecimientos, personajes y el surgimiento de instituciones. Desde la perspectiva arqueológica-genealógica, la virtualidad conlleva a una opción distinta a la pragmática o instrumental actuando socialmente como un elemento que incide en la constitución de una/otra forma de pensar y relacionarnos. En otras palabras, la virtualidad está constituyendo una nueva racionalidad epocal: nueva forma de entender e interpretar la cotidianidad que implica pensar desde la heterogeneidad cultural[5] hasta la multiplicidad de nuevas subjetividades. En este escenario se plantea el impacto de la virtualidad en “un tiempo del ahora” (jetztzeit)[6] basada en los elementos componentes con la finalidad de explicar o interpretar como la virtualidad impacta a la sociedad desde una perspectiva distinta a la tradicional.
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[1]“Arqueología: método para una genealogía histórica, que toma como dominio de análisis los discursos considerados como acontecimientos, ligados por reglas de prácticas discursivas”. “La diferencia entre arqueología y genealogía es la que media entre un procedimiento descriptivo y un procedimiento explicativo…la genealogía…es el intento de responder a la pregunta acerca de quién o qué y por qué (se) decidió tal cosa y no otra cualquiera posible…la arqueología define y caracteriza un nivel de análisis en el dominio de los hechos; la genealogía explica o analiza el nivel de la arqueología” pp. 14-16. (Michel. Foucault, 1998 citado por M. Morey, 1996). Así mismo, Foucault (1998) señala como “arqueológico y genealógico: arqueológico” en relación con las firmas de problematización misma y “genealógico” en cuanto a “su formación a partir de prácticas y de sus modificaciones” (p. 19). En nuestro caso, la problemática sería la virtualidad y a partir de las prácticas discursivas se proponen los elementos componentes: filosófico y antropológico.
[2]Cfr: Michel Foulcault. (1997) y F. Nietzsche (1989). A los efectos del presente investigación, el “pensamiento del afuera” se pudiera interpretar como el surgimiento de un nuevo espacio social que se despliega y repliega conjuntamente con los elementos componentes como producto del análisis arqueológico-genealógico de la virtualidad en el contexto cultural. Deleuze (1991: 128) señala “el afuera no es un límite petrificado, sino una materia cambiante animada de movimientos peristálticos, de pliegues y plegamientos que constituyen el adentro: no es otra cosa que el afuera, sino exactamente el adentro del afuera”.
[3]Se entiende por prácticas discursivas al “conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y el espacio que han definido en una época dada, y para un área social, económica, geográfica o lingüística dada, las condiciones de ejercicio de la función enunciativa” (Foucault, 1969: 198)
[4]“La discontinuidad era ese estigma del desparramiento temporal que el historiador tenía la misión de suprimir de la historia, y que ahora ha llegado a ser uno de los elementos fundamentales del análisis histórico. Esta discontinuidad aparece con un triple papel. Constituye en primer lugar una operación deliberada del historiador…Es también el resultado de su descripción…Es, en fin, el concepto que el trabajo no cesa de especificar…” (Foucault, 1969: pp. 13-14)
[5]Heterogeneidad cultural significa “algo distinto a culturas diversas (subculturas) o mera superposición de culturas” (Lecuna, 1999: 153). Brunner, 1992 la define como la “participación segmentada y diferencial en un mercado internacional de mensajes que “penetra” por todos lados y de maneras inesperadas el entramado local de la cultura, llevando a una verdadera implosión de los sentidos consumidos/producidos/reproducidos y a la consecuente desestructuración de representaciones colectivas, fallas de identidad, anhelos de identificación. Confusión de horizontes temporales, parálisis de la imaginación creadora, pérdida de utopías, atomización de la memoria local, obsolescencia de tradiciones” (p. 104).
[6]Término utilizado por Walter Benjamín para connotar la partícula del tiempo en que nos encontramos y sustentada en una idea espacial, pero de manera tal que el período cronológico pueda ser comprendido en conceptos relativos. (Weigel, 1999).
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